El diseño, como la vida, está lleno de caminos divergentes: mil maneras de abordar un problema. Pero también hay momentos de enfoque, donde todas esas posibilidades convergen para encontrar la mejor solución en ese momento.
En el colegio nos enseñaron que solo hay una respuesta correcta, y con eso mataron la creatividad. Nos detuvieron antes de intentar, antes de fallar y aprender. Luego, si tienes suerte, alguien te muestra que hay infinitas maneras de resolver algo.
Diseñar es jugar. Es crear cosas, romperlas, empujar límites y descubrir algo nuevo. A veces, incluso sorprenderme a mí misma. Es hacer contenido que no obedezca al algoritmo, sino que exprese ideas, explore caminos y, sobre todo, sea divertido.
El diseño no es solo un trabajo. Es un espacio para experimentar, para equivocarme y crecer, para encontrar belleza en los bordes y conectar con lo inesperado. Es ahí donde todo cobra sentido: en el acto de jugar y descubrir.